El pasado sábado día 3 de Diciembre se produjo la entrega de premios del certamen XVIII Premio Narrativa Géminis 2016 organizado por la Concejalia de Juventud del Ayuntamiento de Aspe del cual he tenido la fortuna de obtener el tercer premio en la categoría de mayores de treinta años con el relato titulado Dos paladas de tierra.
Además se presentó el libro que recopila los premiados en los anteriores certamenes desde el año 2004 al 2015.
En dicho libro se publica el cuento con el que gané la edición del año 2006 Una noche de tormenta que podeis leer aquí.
Os dejo un extracto del inicio del cuento Dos paladas de tierra que será publicado el próximo año en el libro que recopile los premios de 2016:
Dos paladas de tierra
Cuando escuchó las dos paladas de tierra, Esteban recordó la mañana de su
marcha: el sol caía plano y los trigos de balanceo se torcían. Era un día de
viento. A la carreta le chirriaba el alma y el caballo parecía una sombra. Iba
agazapado en una esquina entre la simiente y los restos de frutos aplastados
que oscurecían las juntas de metal y le hacían aflorar un tufo a podrido. Se
escondía de su náusea, del olor de vómito que cubría su piel, de su falta de
vello. Su padre, al nacer, lo sostuvo en alto entre dos dedos. Esto no puede
ser hijo mío, se decía. Tenía la apariencia de una lagartija lechosa de las que
se confunden en la piedra de los pozos y sintió deseos de aplastarlo contra la
pared.
La estación de tren quedaba a media jornada. Su padre llevaba la carreta.
Sabía Esteban de la alegría que tenia, no por las tonadillas que silbaba o la
sonrisa a destiempo sin mirar nada, sino porque el tren se lo llevaría ordenado
por aquel telegrama, y se agarraba a su saco, y le volvían los recuerdos de
padecimientos, hambre y palos, y no podía más que sentir nostalgia de perro
apaleado. Ya lo echaba en falta, y sintió una arcada removerse en sus
intestinos, subir por su esófago, y al abrir la boca le sacudió un golpe seco
de aire putrefacto, y llegó la angustia, y un sabor de tierra quemada en la
saliva. Inevitable, fue la palabra que bailaba en sus entrañas y le producía
gases de incontinencia.
© Pedro F.
Navarro, 2016
Quisiera agradecer desde este humilde rincón su implicación a todas las personas que han participado en la gestión y organización de este premio. Sin dudas, este veterano certamen es una apuesta por la cultura en estos tiempos de desierto.
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