viernes, 29 de julio de 2016

Fuga de la muerte




 Fuga de la muerte. Fidel Martínez. 
Col. El cuarto oscuro nº5. Edicions de Ponent. Cartoné. 
124 págs. B/N (2016).




A Paco Camarasa, que hizo posible éste y tantos otros tebeos.



Max (Francesc Capdevila, Barcelona, 1956) comentaba que uno de los inconvenientes que tenia la historieta para ser tenida en cuenta como un objeto intelectual de validez contrastable era la densidad del contenido. Es decir, la historieta es un medio en el que dicha densidad es uno de los objetivos a conseguir para que sea vista como algo válido, generando artefactos de profundidad viable que puedan ser tenidos en cuenta en ámbitos académicos. De ahí que sorprendan obras y trabajos a la gente ajena a nuestro medio cuando se consigue.

La primera sensación que se tiene al inicio de la lectura de Fuga de la muerte de Fidel Martínez (Sevilla, 1979) es de admiración por la capacidad del autor sevillano para conseguir una obra densa y profunda. Tiene un hondo calado, atravesada por un aliento poético en cada gesto de su tinta resquebrajada, aturdida quizás, de negro contra el blanco de la página. Dolor y sinrazón: las viñetas de Fidel duelen en lo más íntimo. Su forma de expresarse a través del pincel nos retrotrae hasta el expresionismo alemán de Amanecer de F. W. Murnau o de Doctor Mabuse de Fritz Lang, aunque quizás la relación más directa sean las xilografías del belga Frans Masereel. Y no por conocida la historia, la tremenda solución final, el exterminio de los judíos, estamos vacunados contra su horror. El autor nos transmite toda la angustia, toda la crueldad de la que es capaz el ser humano, y aquí sí tenemos un punto de vista original: el de un personaje que ama la cultura alemana y se sorprende, se hiere incluso, al ver como toda esa amada cultura de elevada belleza es capaz de llegar a mostrar una crueldad tan terrible, tan deshumanizada, tan fría y tan sistemática.

Fuga de la muerte es un vuelo rasante por la biografía del poeta Paúl Celan, contado en un diálogo/enfrentamiento interno por él mismo en el que hablan el hombre que es, con el joven que fue, y que se inicia la noche de su muerte, poco antes de su suicidio, por medio de un extenso flashback que recorre todo el libro.

Paúl Celan, tuvo una educación germánica arraigada en su ser por una madre que se la inculcó y a la que adora. Con la aparición del nazismo, mira el abismo y se da cuenta que el leguaje y la cultura en la que él ha crecido, en la que él se ha educado, en la que él se expresa, es capaz de generar un horror incomprensible que le hace dudar de sus raíces, y por tanto, de su cultura misma; desposeyéndolo indirectamente de su identidad. De ahí la lucha interna del poeta, su fuga de si mismo, y lo imposible de su consecución.

Su amada Czernowitz, su ciudad natal, crisol de culturas, es sistemáticamente pisoteada por los poderes absolutos emergentes de la época. Primero los rusos, luego los alemanes, sus habitantes son zarandeados, masacrados y mutilados por los diferentes ejércitos que les invaden. No quedan indemnes, y también se dan cuenta de que no existen las utopías, aunque en un principio parte de la población las acepte y abrace. Y la propia piel de la ciudad y sus habitantes, es la representación del poeta que mira incrédulo lo que está sucediendo sin poder evitarlo. Y poco a poco, llegará a la convicción de que el acto más subversivo contra toda esa barbarie no es otro que la supervivencia. Aunque quedará herido de muerte para toda su vida, tambaleándose en un puente sin poder fugarse de si mismo ni de su destino.

Qué difícil es relatar una biografía, y créanme lo digo por experiencia, ya que la historia que hay que verter y transformar no es un artefacto narrativo y hay que adaptarlo al medio al que se quiere trasladar. En estos casos lo más importante es la voz. Fidel Martínez genera un dialogo/enfrentamiento que otorga al cómic una frescura y una lucidez que nos hace atravesar/caminar sus páginas sin ahogo ni cansancio. Nos descubre una trayectoria poética no muy conocida por el público general y nos acerca a una de las figuras intelectuales más relevantes del siglo pasado. 
Uno de los rasgos estilísticos de Fidel es la ausencia de fondos en muchas de las viñetas, lo cual provoca una mayor expresividad, si cabe, en los rostros de los personajes. No son rostros dibujados en cadena, si no que se trata, es la capacidad que tiene el arte del autor, de personajes con rasgos reales que dota a la obra de una mayor capacidad de expresión consiguiendo transmitir con dichos rostros un sin fin de sensaciones y de emociones, además de uno de los efectos más devastadores en un artefacto narrativo: la verdad.  Todo nos resulta creíble, nos atrapa la capacidad inmensa del ser humano para la autodestrucción. El pincel rasgado, la viñeta inundada de blanco, los personajes a contraluz, la vida interrumpida, la sinrazón de la existencia, la imposibilidad de huir de uno mismo, nos embarga y nos seduce durante la narración llevándonos por unos parajes culturales ajenos que nos acaban seduciendo.

La dualidad de la amada/mujer en Paúl Celan está brillantemente relatada por el autor en los personajes de su madre y de su novia creando dos ejes narrativos que vertebran parte de la obra y de los que surgirá la obra poética del protagonista.  

La madre la asocia el poeta a Sulamita del Cantar de los Cantares, resulta paradójico, ya que Celan aprende a amar la lengua alemana con ella. Es una mujer inalcanzable, únicamente es posible amarla con la palabra. Es quién le enseña a querer la poesía y quién le prende el germen de la creación. La novia, Margarete, la asocia el poeta a la joven amada del protagonista de la novela Fausto de Goethe, el cual vende su alma al diablo para obtener su amor incondicional. Aunque la ama brevemente, es el detonante, el punto de inflexión donde comienza a brotar la verdadera poesía de Celan. Fidel representa este momento en una viñeta maravillosa donde entrevemos el rostro de Margarete junto al texto “y a partir de ella tomó su forma el poema”.

Todesfugue, nombre original del poema de Paúl Celan no lo encontraremos en el cómic. Tan sólo su primer verso: “Negra leche del alba...”  Que nos empuja a abalanzarnos sobre una obra poética controvertida, necesaria, y por desgracia, actual.
Duele el arte de Fidel Martínez, un dolor necesario para comprender la barbarie del pasado, para evitar su repetición. Es Fuga de la muerte un libro valiente, y necesario en esta época de trastornos y carencias donde estamos refugiados en “zonas de confort” artificiales e impersonales.  


  © Pedro F. Navarro, 2016

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