Fuga de la muerte. Fidel Martínez.
Col. El cuarto oscuro nº5. Edicions de Ponent. Cartoné.
124 págs. B/N (2016).
A Paco Camarasa, que hizo posible
éste y tantos otros tebeos.
Max (Francesc Capdevila, Barcelona, 1956) comentaba que uno de los
inconvenientes que tenia la historieta para ser tenida en cuenta como un objeto
intelectual de validez contrastable era la densidad del contenido. Es decir, la
historieta es un medio en el que dicha densidad es uno de los objetivos a conseguir
para que sea vista como algo válido, generando artefactos de profundidad viable
que puedan ser tenidos en cuenta en ámbitos académicos. De ahí que sorprendan
obras y trabajos a la gente ajena a nuestro medio cuando se consigue.
La primera sensación que se tiene al inicio de la lectura de Fuga de la muerte de Fidel Martínez (Sevilla, 1979) es de
admiración por la capacidad del autor sevillano para conseguir una obra densa y
profunda. Tiene un hondo calado, atravesada por un aliento poético en cada
gesto de su tinta resquebrajada, aturdida quizás, de negro contra el blanco de
la página. Dolor y sinrazón: las viñetas de Fidel duelen en lo más íntimo. Su forma de expresarse a través del
pincel nos retrotrae hasta el expresionismo alemán de Amanecer de F. W. Murnau o de Doctor Mabuse de Fritz Lang,
aunque quizás la relación más directa sean las xilografías del belga Frans Masereel. Y no por conocida la
historia, la tremenda solución final, el exterminio de los judíos, estamos
vacunados contra su horror. El autor nos transmite toda la angustia, toda la
crueldad de la que es capaz el ser humano, y aquí sí tenemos un punto de vista
original: el de un personaje que ama la cultura alemana y se sorprende, se
hiere incluso, al ver como toda esa amada cultura de elevada belleza es capaz
de llegar a mostrar una crueldad tan terrible, tan deshumanizada, tan fría y
tan sistemática.
Fuga de la muerte es un vuelo rasante por la biografía
del poeta Paúl Celan, contado en un
diálogo/enfrentamiento interno por él mismo en el que hablan el hombre que es, con
el joven que fue, y que se inicia la noche de su muerte, poco antes de su
suicidio, por medio de un extenso flashback que recorre todo el libro.
Paúl Celan, tuvo una educación germánica
arraigada en su ser por una madre que se la inculcó y a la que adora. Con la
aparición del nazismo, mira el abismo y se da cuenta que el leguaje y la
cultura en la que él ha crecido, en la que él se ha educado, en la que él se
expresa, es capaz de generar un horror incomprensible que le hace dudar de sus raíces,
y por tanto, de su cultura misma; desposeyéndolo indirectamente de su identidad.
De ahí la lucha interna del poeta, su fuga de si mismo, y lo imposible de su
consecución.
Su amada Czernowitz,
su ciudad natal, crisol de culturas, es sistemáticamente pisoteada por los
poderes absolutos emergentes de la época. Primero los rusos, luego los
alemanes, sus habitantes son zarandeados, masacrados y mutilados por los
diferentes ejércitos que les invaden. No quedan indemnes, y también se dan
cuenta de que no existen las utopías, aunque en un principio parte de la
población las acepte y abrace. Y la propia piel de la ciudad y sus habitantes,
es la representación del poeta que mira incrédulo lo que está sucediendo sin
poder evitarlo. Y poco a poco, llegará a la convicción de que el acto más
subversivo contra toda esa barbarie no es otro que la supervivencia. Aunque
quedará herido de muerte para toda su vida, tambaleándose en un puente sin
poder fugarse de si mismo ni de su destino.
Qué difícil es relatar una biografía, y créanme lo digo por
experiencia, ya que la historia que hay que verter y transformar no es un
artefacto narrativo y hay que adaptarlo al medio al que se quiere trasladar. En
estos casos lo más importante es la voz. Fidel
Martínez genera un dialogo/enfrentamiento que otorga al cómic una frescura
y una lucidez que nos hace atravesar/caminar sus páginas sin ahogo ni
cansancio. Nos descubre una trayectoria poética no muy conocida por el público
general y nos acerca a una de las figuras intelectuales más relevantes del siglo
pasado.
Uno de los rasgos estilísticos de Fidel es la ausencia de fondos en muchas de las viñetas, lo cual provoca
una mayor expresividad, si cabe, en los rostros de los personajes. No son
rostros dibujados en cadena, si no que se trata, es la capacidad que tiene el arte
del autor, de personajes con rasgos reales que dota a la obra de una mayor
capacidad de expresión consiguiendo transmitir con dichos rostros un sin fin de
sensaciones y de emociones, además de uno de los efectos más devastadores en un
artefacto narrativo: la verdad. Todo nos
resulta creíble, nos atrapa la capacidad inmensa del ser humano para la
autodestrucción. El pincel rasgado, la viñeta inundada de blanco, los
personajes a contraluz, la vida interrumpida, la sinrazón de la existencia, la
imposibilidad de huir de uno mismo, nos embarga y nos seduce durante la
narración llevándonos por unos parajes culturales ajenos que nos acaban
seduciendo.
La dualidad de la amada/mujer en Paúl Celan está brillantemente relatada por el autor en los personajes de su madre y de su
novia creando dos ejes narrativos que vertebran parte de la obra y de los que
surgirá la obra poética del protagonista.
La madre la asocia el poeta a Sulamita del Cantar de los
Cantares, resulta paradójico, ya que Celan
aprende a amar la lengua alemana con ella. Es una mujer inalcanzable, únicamente
es posible amarla con la palabra. Es quién le enseña a querer la poesía y quién
le prende el germen de la creación. La novia, Margarete, la asocia el poeta a la joven amada del protagonista de
la novela Fausto de Goethe, el cual vende su alma al diablo
para obtener su amor incondicional. Aunque la ama brevemente, es el detonante,
el punto de inflexión donde comienza a brotar la verdadera poesía de Celan. Fidel representa este momento en una viñeta maravillosa donde
entrevemos el rostro de Margarete
junto al texto “y a partir de ella tomó
su forma el poema”.
Todesfugue, nombre original del poema de Paúl Celan no lo
encontraremos en el cómic. Tan sólo su primer verso: “Negra leche del alba...” Que
nos empuja a abalanzarnos sobre una obra poética controvertida, necesaria, y
por desgracia, actual.
Duele el arte de Fidel
Martínez, un dolor necesario para comprender la barbarie del pasado, para
evitar su repetición. Es Fuga de la
muerte un libro valiente, y necesario en esta época de trastornos y
carencias donde estamos refugiados en “zonas de confort” artificiales e
impersonales.
© Pedro F.
Navarro, 2016
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