lunes, 8 de junio de 2009

Tras el Saló


Este año las sensaciones han sido encontradas. El viernes el Saló empezó como El Imperio Contraataca. Ciertas esperanzas se iban truncando. Quizás albergué demasiada expectación. Y las ganas que uno siempre tiene no se vieron desbordadas como otros años. El Saló lo sentí más breve, con menos stands, menos librerías, menos editoriales, y las exposiciones un tanto ligeras de contenido. La crisis se hace notar en todos los ámbitos.
La mejor exposición fue, sin duda, la dedicada a Alex Raymond. Pocas planchas sí, aunque de una calidad insuperable. Una ventana a los años 30 del siglo pasado que nos demuestra que la sorpresa y la fascinación de su publicación no han disminuido más de seis décadas después. En el blog La Canción de Tristan pueden encontrar unas magníficas fotos de esta muestra, pinchen aquí.

El sábado todo se recondujo. Ya les explicaré más adelante. La gente comenzó a llegar, y en ciertos stands encontré algunos jugosos cómics que se me resistían. Se produjeron dos encuentros favorables. Uno estaba programado y el otro me tomó por sorpresa. Después, unas cervezas con los amigos donde se habló de proyectos, de próximos tebeos por aparecer, de ilusiones y esperanzas. Y como final inesperado, un cómic difícil de encontrar, al menos por tierras alicantinas, me fue regalado, firmado y dedicado. Gracias Carlos, gracias Jorge.
El domingo concluyó el segundo encuentro. Un
último paseo por el pabellón nº 8, y una comida suculenta fueron la despedida. Más tarde en el tren pude disfrutar de una conversación con nuestro carcelero favorito recién galardonado por su ya extensa trayectoria en la divulgación de este medio tan nuestro y querido.

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